El mundo rompe a todos, y después, algunos son fuertes en los lugares rotos.
-Ernest Hemingway

Nadie ha planteado la metáfora de la cicatriz como belleza y fortaleza como los japoneses en el arte kintsugi (o kintsukuroi). Se trata de una antigua técnica japonesa que ha capturado la atención del mundo, no solo por su estética, sino también por la profunda filosofía que subyace en ella. Esta técnica, cuyo nombre se traduce literalmente como “reparación con oro”, consiste en reparar objetos de cerámica rotos utilizando una laca mezclada con polvo de oro, plata o platino.

Lo que resulta de esta práctica no es solo una pieza de cerámica reparada, sino una obra que celebra la historia y las imperfecciones del objeto. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Así, al poner de manifiesto su transformación, las cicatrices embellecen el objeto. 

Filosofía del kinstsugi

El poeta Rumi decía que “la herida es el lugar por donde entra la luz”. En la filosofía del kintsugi hay algo casi diametralmente opuesto a la manera occidental de ver la fractura, tanto anímica como material. En lugar de que un objeto roto deje se servir su función y lo desechemos, su función se transforma en otra: en un mensaje activo. El objeto roto pasa de ser una cosa a ser un gesto gráfico que nos incita a emular su poderosa transformación, y, metafóricamente, la herida pasa de ser un trazo de oscuridad a ser una ventana de luz.

Esta filosofía ha encontrado eco en diversas áreas, desde la psicología hasta el arte contemporáneo. Muchos ven en el kintsugi una lección sobre la aceptación y la superación de las dificultades. Nos invita a reconsiderar cómo abordamos nuestras propias cicatrices y a verlas no como defectos, sino como pruebas de nuestra capacidad de sanar y crecer.

Origen del Kintsugi

El kintsugi tiene sus raíces en el siglo XV, durante el período Muromachi en Japón. Según la leyenda, el shogun Ashikaga Yoshimasa envió su taza de té china favorita a China para que la repararan.

Sin embargo, al recibirla de vuelta, quedó decepcionado con la reparación tosca que le hicieron, lo que lo llevó a encargar a los artesanos japoneses que encontraran una solución más estética. Así nació el Kintsugi.

kintsugi

Proceso

La técnica del kintsugi es meticulosa y requiere gran habilidad y paciencia. El proceso comienza con la recolección de las piezas rotas de la cerámica, que luego se ensamblan utilizando una laca especial conocida como urushi. Esta laca, derivada de la savia del árbol del mismo nombre, actúa como adhesivo.

Una vez que las piezas están unidas, las grietas y las juntas se cubren con polvo de oro, plata o platino. Este paso no solo fortalece la reparación, sino que también destaca las líneas de fractura, haciendo que la historia de la rotura sea visible y, al mismo tiempo, hermosa. El resultado final es una pieza que, aunque reparada, adquiere un nuevo valor y significado.

Esta práctica se alinea con la filosofía japonesa del wabi-sabi, que celebra la belleza de lo imperfecto, lo incompleto y lo transitorio. El Kintsugi nos recuerda que las imperfecciones y las cicatrices, ya sean físicas o emocionales, son una parte valiosa de nuestra historia y nos hacen únicos. Solo el trazar un incidente doloroso con polvo de oro es aceptarlo como una alhaja, como una raya luminosa en la piel del tigre.

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