El Sahara es el desierto más grande del mundo. Se extiende por casi 5,000 km a lo largo del norte de África, y a pesar de –o quizás debido a– su paisaje inhóspito, atrae a muchísimos aventureros cada año, que casi siempre deciden empezar su travesía en Marruecos, un país perfectamente habilitado para el recibimiento de turistas.
Y es que debido a la enormidad del paisaje, la fluidez cambiante de las dunas, que parecen hechas de oro, y la posibilidad de explorar, montados sobre dromedarios, pequeños oasis de agua entre la arena este destino en una de esas experiencias que hay que vivir una vez en la vida, al menos.
Una de las mejores formas de llegar es despejando en Riad, ya que los alojamientos y la cultura son una experiencia única en sí misma. En este país, todas las arcillas de las construcciones se funden con el color del desierto y uno experimenta la sensación de estar dentro de un relato de las Mil y una noches.
La magnífica ciudad Ouarzazate, puerta de entrada a la inmensidad

En Marruecos, este famoso desierto se encuentra a lo largo de la frontera sur con Argelia, al sur de las montañas del Atlas. Una vez que cruzamos las montañas, uno llega a la ciudad amurallada de Ouarzazate, considerada la puerta de entrada al Sahara.
Desde aquí, lo único que se ve a kilómetros son lomas de arena, pequeños oasis del desierto y mesetas rocosas conocidas como hamadas. Es buena idea optar por alguno de los campamentos de arena más grandes del Sahara marroquí, Erg Chebbi o Erg Chigaga. Desde aquí uno puede internarse en las dunas a camello y acampar bajo las estrellas con alguna familia bereber.
Bereberes, los caballeros azules del desierto

Los bereberes, arropados con unos mantos azules que les cubren todo el cuerpo a excepción de los ojos, son una cultura preislámica y seminómada que ha ocupado el norte de África, concretamente el Magreb, desde el principio de la historia registrada.
Su hospitalidad es asombrosa; un símbolo de honor y supervivencia de la cultura de caravanas de la que forman parte. Cuando hay oportunidad de visitarlos, uno duerme en lujosas tiendas alfombradas y disfruta de comidas comunales que preparan bajo la arena y tazas de té de menta.
El siempre cambiante paisaje del Sahara

Una de las experiencias más especiales es ver como, de la noche a la mañana, el Sahara es distinto. Nunca es el mismo desierto de un día para el otro. Las dunas cambian de posición, de tamaño y de forma, debido a las tormentas de arena que ocurren todos días.
¿Inspirado? Explora el desierto del Sahara desde Marruecos con las mejores rutas, itinerarios y aventuras. Somos el poder para propulsar tu viaje en algo que cambia la vida.